Impermeable a toda influencia,
huyendo aturdida,
escondo el cuerpo herido
por las garras de mi vida.
A veces, pareciera que un brazo o una pierna
quisieran salir de su retiro,
pero implacable, el dolor acumulado,
retrae el apéndice atrevido.
Sólo me doy una licencia:
me vuelvo soluble en tu presencia
y a mezclarme contigo me aventuro.
Esta mixtura amorosa
que desprende fragancias seductoras
es el maná de los dioses.
De aquellos rigores y estos placeres
sobrevivo en tierra de nadie.
foto de Eric Kellerman
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