Roto el timón, perdida el ancla,
sin mascarón de proa,
destruido el cuaderno de bitácora.
Naufragada.
Así me encontraste.
Tus labios desgranaron
pequeños corales blancos
enredados en mi pelo.
La rémora de mi piel retiraste con amor.
No fue agradecimiento.
Tus virtudes despertaron mi razón
abriendo mi corazón
como el rayo parte en dos
el árbol de la colina.
Desde entonces soy tu dueña,
tu remera consentida,
compañera de tus sueños,
marinera enamorada de la vida.
Imagen Naufragio Óleo de Marta Ospina
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