Mirarte en en el atardecer,
en las tierras de poniente,
cuando el cielo nos abraza
y se desgarra en los matices que tendrían
miles de flamencos rosas entre flores amarillas.
Después,
durante las pinceladas grises,
el paseo entre los olivos,
de la mano.
Somos un punto cardinal.
Un paisaje.
Una luz que se interna en la noche.
Amor perenne en medio de las sombras.
Foto Cielo del Urgel
Esperanzador, aunque los puntos cardinales del amor también suelen necesitar brújulas para no desorientarse.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Muy acertado tu comentario Amando García. Un abrazo
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